El tétanos equino es una enfermedad neuromuscular y toxiinfecciosa grave con un alto porcentaje de mortalidad entre la población equina producido por un microorganismo que prolifera en heridas de ambiente pobre en oxígeno, desvitalizadas y contaminadas.
Las esporas de Clostridium tetani se encuentran en el entorno y germinan en contacto con heridas con baja tensión de oxígeno, produciendo dos tipos de toxina que son las responsables del cuadro clínico desarrollado: la tetanolisina y la tetanospasmina. Ésta última interrumpe la conducción normal de los estímulos nerviosos inhibiendo la fase de relajación muscular, lo que provoca espasmos e hipertonía muscular. Al llegar a la placa neuromuscular del caballo la toxina ejerce su acción más temprana, y posteriormente asciende a través de los nervios hasta el sistema nervioso central.
SINTOMATOLOGÍA
Los primeros signos de la enfermedad se manifiestan mediante rigidez muscular en la cabeza y el cuello, que se va extendiendo de forma paulatina hacia otros grupos musculares hasta alcanzar las extremidades. Además, la cola del equino adopta una posición erguida con tendencia a lateralizarse.
La postura es rígida, como envarada, con las orejas erectas, los ollares dilatados y la cabeza extendida. A consecuencia de los espasmos en los músculos faciales, cuando el animal eleva la cabeza, los músculos del ojo se contraen y llevan el globo ocular hasta el fondo de la periórbita, motivando que el tercer párpado se dirija hacia adelante y cubra parcial o totalmente al ojo, constituyendo un signo característico de la enfermedad.
También es muy notable la hipersensibilidad o hiperreactividad del animal, ya que reacciona ante la luz, el movimiento o los ruidos, por pequeños que sean.
El equino suele conservar el apetito hasta que se paralizan los músculos maseteros y se imposibilita la ingestión de alimentos. La deglución se compromete, el animal suda, la salivación es profusa e incluso, la parálisis de los músculos intercostales puede llegar a provocar dificultad respiratoria evidente.
Si el caballo finalmente se tumba, se exacerban los espasmos musculares por los intentos desesperados que realiza al intentar incorporarse. Se suman al cuadro clínico las úlceras y heridas por decúbito, la deshidratación y el agotamiento. También es frecuente que el caballo no pueda orinar y/o estercolar, que junto a los trastornos cardiorrespiratorios y neuromusculares, pueden provocar desenlaces fatales en cuestión de horas.
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
El diagnóstico de la enfermedad es claramente clínico, ya que el conjunto de los síntomas que presenta el animal resulta patognomónico.
Para el tratamiento de un caballo con tétanos se deben administrar antibióticos parenterales, suero antitetánico, sedantes y relajantes musculares. Además, el veterinario se encargará de ofrecer una amplia terapia de apoyo que asegure el correcto mantenimiento de todos los sistemas orgánicos potencialmente afectados por la enfermedad, como es el sistema gastrointestinal, así como el mantenimiento del estado de hidratación y las necesidades energéticas basales del caballo.
Si hubiera una herida presente se debe desbridar de forma quirúrgica y se deben aplicar agentes oxidantes que acaben con la supervivencia de Clostridium tetani.
El caballo debe permanecer en un ambiente oscuro, silencioso y lo más aislado posible.
PREVENCIÓN
El tétanos es una enfermedad muy grave para la que afortunadamente disponemos de vacuna. La vacunación frente a tétanos equino es fundamental.
Estamos presenciando una creciente aparición de casos de tétanos entre la población equina, en muchas ocasiones por desconocimiento de un adecuado programa vacunal contra y en otras, por subestimar la alta susceptibilidad de nuestros animales a contraer esta enfermedad.
Una correcta programación vacunal comienza con la inmunización de las yeguas preñadas dentro de las 4-6 semanas previas al parto. De esta manera, a través del calostro el neonato queda protegido durante los primeros 6 meses de vida.
La vacunación inicial para los potros dependerá del programa vacunal que haya recibido la madre. Así, la primera vacuna para el tétanos en potros de madres inmunizadas durante la preñez debe administrarse a los 6 meses de vida, seguida por una dosis de refuerzo a los 7 o 8 meses. Sin embargo, la vacunación inicial para los potros de una yegua que no fue vacunada durante la preñez debe realizarse a los 3 o 4 meses de vida, y posteriormente aplicar una segunda dosis de refuerzo entre los 4 y 5 meses de edad.
Los caballos adultos que nunca han recibido una vacuna contra el tétano, deberán comenzar con la vacunación de manera inmediata y administrar una dosis de refuerzo pasadas 3-6 semanas tras la primera administración. Es necesario realizar una vacunación de recuerdo con carácter anual y si el veterinario lo considera conveniente con frecuencia semestral.