Como todos esperamos, la situación actual pasará y todos volveremos a nuestras rutinas habituales, también nuestros caballos.
Durante la transición los caballos pueden experimentar cambios físicos importantes, derivados del largo periodo de escasa actividad. Asumir que podemos retomar el trabajo en el punto donde se dejó es un error que nos podría traer fatales consecuencias. Conviene readaptar el sistema musculoesquelético a la nueva carga de trabajo, con el fin de evitar patologías musculares comunes y potencialmente peligrosas, como puede ser la rabdomiolisis equina.
¿Qué es y porqué aparece la Rabdomiolisis Equina?
La rabdomiolisis se la ha conocido en el pasado como “la enfermedad de los lunes” por la frecuencia de aparición en los días posteriores a la realización de ejercicio intenso (generalmente durante el fin de semana). Antiguamente se pensaba que la aparición de esta patología se debía únicamente a la realización de ejercicio intenso, pero actualmente conocemos que además de éste, los factores desencadenantes de la patología pueden ser muy diversos.
Esta patología resulta de la desintegración rápida de las fibras del músculo estriado, por daño muscular directo, o por acontecimientos que conduzcan a un desequilibrio energético durante el ejercicio. La rotura de las fibras musculares acarrea la liberación al torrente sanguíneo de contenidos celulares potencialmente tóxicos para el organismo. Los animales afectados pueden llegar a mostrar diferentes cuadros de mayor o menor gravedad según la causa desencadenante, la posible reincidencia, o la existencia de patología previa vinculada con este tipo de enfermedad.
Con frecuencia muestran signos de incomodidad y de dolor, se miran los flancos, sudan profusamente, pueden presentar marcha rígida, temblores musculares y posturas anómalas. Las frecuencias respiratoria y cardiaca así como la temperatura están elevadas y pueden presentar signos similares a la presentación de dolor cólico. Uno de los síntomas más alarmantes para el propietario, suele ser la coloración de la orina, lo que en veterinaria llamamos pigmenturia. Los propietarios suelen informar que la orina de su caballo es similar al “té oscuro”, y este hecho viene determinado por la precipitación de grandes cantidades de mioglobina muscular liberada en torrente sanguíneo, que puede producir obstrucción y daño glomerular a nivel renal. Dicha situación es determinante a la hora de valorar la gravedad y pronóstico de un paciente con este tipo de patologías, dado que puede llevar a un compromiso renal que limite la vida del animal.
Se estima una mortalidad del 8% en caballos con un cuadro clínico severo por fallo orgánico.
La causa de la enfermedad es multifactorial y se ha estudiado de forma exhaustiva durante años la relación existente entre dietas ricas en carbohidratos y la aparición de rabdomiolisis, así como el tipo de entrenamiento al que es sometido el caballo; aunque existen múltiples causas descritas como la deficiencia de vitamina E, deficiencia en tiamina (vitamina B1), deficiencia de selenio, anormalidades genéticas en el metabolismo energético, desequilibrios hormonales y electrolíticos (ratio Ca/P), hipoxia muscular…etc.
Está comprobado, que la herramienta más útil para la lucha contra esta patología es la prevención, por lo que resulta vital mantener un entrenamiento apropiado y una ración nutricional equilibrada, a la vez que identificar la posible causa primaria en caso de que haya sospecha.
El pronóstico deportivo a largo plazo depende de la gravedad y recurrencia de la enfermedad. Un alto porcentaje de todos los caballos con formas leves vuelven a una vida normal con las medidas de prevención descritas. En caso las formas más severas, dependen de la atención de urgencia ofrecida y el seguimiento posterior del veterinario, que es de vital importancia para esclarecer la etiología de la enfermedad.
Entrenamiento. ¿Cómo debo retomar mi pauta de trabajo habitual?
¿Qué ha pasado durante este tiempo? Situaciones posibles:
No ha variado la intensidad de ejercicio. Si nuestro caballo no ha modificado demasiado sus hábitos de trabajo durante este periodo (yeguas de reproducción, potros en libertad, etc.) la vuelta a la normalidad, no debería suponer ningún trastorno. No deberían existir cambios musculoesqueléticos más allá de los producidos por algún cambio en la dieta.
Se ha disminuido la frecuencia e intensidad de ejercicio. Este es posiblemente el caso más frecuente y variable que nos vamos a encontrar. La mayoría de caballos habrán visto interrumpida su rutina de entrenamiento para el desempeño de su disciplina particular y, aunque sigan desarrollando actividad física a la cuerda o con ejercicios a la mano, habrá un cambio significativo en su entrenamiento (que no tiene porqué ser negativo).
Para valorar correctamente esta situación, es necesario conocer el nivel y la frecuencia de entrenamiento que estaba realizando antes de la interrupción del ejercicio. El tipo de alimentación, raza, sexo, edad así como conocer cuánto tiempo permanece el caballo estabulado al día y durante cuánto tiempo tiene acceso a mayor espacio en libertad: paddock, pistas, etc.
Por suerte, el músculo esquelético equino tiene un gran potencial para adaptarse durante el entrenamiento, en gran parte debido a la estructura y a la plasticidad funcional de las fibras musculares. Esto quiere decir que cualquier caballo tiene un sistema musculoesquelético adaptado a la actividad que ha ido desarrollando durante el entrenamiento. Esta adaptación, produce cambios profundos incluso en los tipos de fibra musculares, con el fin de adaptarse a distintos tipos de trabajo: aeróbicos, anaeróbicos o mixtos.
No obstante, aun con una disminución relativa en la frecuencia e intensidad del ejercicio, el mantenimiento de la actividad física de forma regular puede ayudar a prevenir la aparición de rabdomiolisis.
Se ha interrumpido totalmente el ejercicio. No cabe duda de que esta situación puede ser la de mayor riesgo para el caballo por distintos motivos. Centrándonos exclusivamente en los problemas musculares, estos caballos tendrán mayor predisposición a padecer rabdomiolisis al introducirlos al ejercicio después de un periodo de tiempo prolongado de descanso.
Igual que en el caso anterior, será vital para la prevención, conocer el punto de partida (nivel de entrenamiento, frecuencia, disciplina, raza, etc.) para poder programar un entrenamiento progresivo y seguro.
Existen diferentes situaciones en las que se puede producir una situación de reposo prolongado similar (postoperatorios, lesiones graves del aparato locomotor, etc) por lo que disponemos de algunas herramientas que pueden servir de ayuda para gestionar la reintroducción al ejercicio.
¿Qué podemos hacer para evitar estos problemas?
Las respuestas de adaptación del músculo esquelético, derivadas de un entrenamiento concreto, pueden mantenerse a lo largo de 5 a 6 semanas de inactividad, pero no más allá de las 12 semanas. Lo que implica que:
- Un periodo de inactividad física de 5-6 semanas, no llega a producir cambios profundos (tipos de fibras musculares) en la estructura muscular.
- Cambios en la rutina de ejercicio de más de 6-12 semanas de duración pueden implicar cambios no solo externos, sino también de los tipos de fibras musculares.
- El retorno a la actividad inicial debería ser muy gradual y progresivo, de intensidad creciente (con muy baja intensidad inicial) y con la mayor frecuencia posible. El tiempo necesario para volver al nivel inicial, no debería ser inferior a otras 6-12 semanas, dependiendo del tiempo de inactividad, nivel de entrenamiento y disciplina.
El mantenimiento del caballo en paddock el mayor número de horas al día puede ser muy útil para prevenir la rabdomiolisis.
Comprobar el ajuste de las diferentes partes del equipamiento específico (montura, guarnición, etc.) antes de retomar la actividad puede ser muy útil, ya que muy posiblemente se habrán producido cambios en la estructura muscular del caballo. La verificación del ajuste correcto del equipamiento nos podría evitar la aparición de heridas o puntos de presión que como mínimo, podrían comprometer el desarrollo muscular del caballo.
Estudios retrospectivos realizados en caballos sometidos a un reposo post quirúrgico, indican que la realización de ejercicios de rehabilitación de la musculatura core-abdominal durante al menos 4 semanas está asociada a un rápido retorno al entrenamiento y a una mejora del rendimiento tras la cirugía. Por lo que comenzar la adaptación fortaleciendo la musculatura abdominal podría ser una buena idea.
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