Tanto las fracturas maxilares como las mandibulares son muy comunes en el caballo y suelen estar producidas por eventos de carácter traumático: caídas, golpes contra algún objeto duro o incluso patadas de otros caballos.
Las fracturas son muy variables entre individuos, pero suelen tener siempre una zona de avulsión de una o más piezas dentarias y una porción de hueso afectado. (Naddaf et al.,2015).
Las fracturas más rostrales pueden afectar al septo nasal, al paladar duro o a los huesos faciales. (Greet and Ramzan, 2011).
El retraso o el fallo en la reducción de la fractura puede dar lugar a una maloclusión dentaria, la pérdida de piezas dentarias, osteomielitis, pérdida de funcionalidad y por supuesto defectos estéticos importantes.
La cirugía resolutiva de una fractura maxilar o mandibular se puede realizar en la estación bajo sedación y bloqueo anestésico del nervio infraorbitario (Coomer et al., 2010) o bajo anestesia general en un quirófano dependiendo del caso clínico. (Naddaf et al., 2015).
El objetivo de la cirugía es reestablecer una correcta oclusión y proporcionar estabilidad a la fractura para que el animal pueda comer y beber con normalidad. Las técnicas más comunes de fijación son la colocación de un tornillo retrasado, prótesis acrílicas intra o extra orales y placas o cerclajes. Los cerclajes se pueden retirar a partir de las 6 semanas. (Naddaf et al., 2015)
Como tratamiento post operatorio es recomendable administrar antibióticos de amplio espectro y antiinflamatorios.
CASO CLÍNICO
El caso que se presenta a continuación se trata de una potra Pura Sangre Lusitana de un año y ocho meses de edad diagnosticada mediante radiografía de una fractura maxilar con desplazamiento rostral de las piezas dentarias deciduas 201 y 202, y un desplazamiento lateral de la pieza decidua 203.
Tras el estudio radiográfico y ante la imposibilidad de remitir a un hospital se decide reducir la fractura maxilar mediante la colocación de cerclajes quirúrgicos interdentarios bajo sedación intravenosa y anestesia locorregional bilateral del nervio infraorbitario, teniendo en cuenta las dificultades añadidas: que no posee colmillos para anclar los cerclajes y facilitar la tracción caudal, que no es recomendable utilizar los premolares como anclaje caudal porque hay demasiada distancia y no proporcionaría suficiente tensión, y que hay que proteger los dientes permanentes internos.
Debido a esto, se decide anclar los cerclajes en los incisivos y crear tensión mediante las piezas permanentes 101 y 201, en cuanto a la pieza 203 decidua se decide extraerla ya que la desviación lateral es muy significativa y la raíz dentaria carece de vitalidad. Para evitar que la punta de los cerclajes produzcan daño en la mucosa oral se decide recubrirlas colocando una masilla acrílica bicomponente.
CONCLUSION:
El objetivo principal en este caso fue conseguir una reducción de la fractura que asegurara una correcta alineación de las piezas 201 y 202. Aunque las piezas fueran deciduas resulta necesario corregirlas para garantizar una oclusión dental funcional hasta la erupción de los incisivos permanentes. Además, era necesario corregir la fractura para garantizar el cierre de la herida y reducir el riesgo de infección, así como posibles complicaciones posteriores.
Por Sergio Gimeno, Irene Benito y María de la Cuesta