Cómo trabajar con veterinarios de caballos y no morir en el intento

Cómo trabajar con veterinarios de caballos y no morir en el intento
20 mayo, 2019 MC Veterinaria
In Nosotros

En las oficinas de MC VETERINARIA estoy descubriendo lo amplio y complejo que es el mundo de los caballos y todo lo que puede llegar a necesitar este noble animal, al que, a mi modo de ver, solo personas muy preparadas y fuertes se atreven a poner las manos encima.

Me llamo Ana, estudié la carrera de ADE. Contabilidad, Finanzas, Legislación, Marketing y Matemáticas, fueron algunas de las asignaturas que hoy me sirven para desempeñar mi trabajo. Sin embargo, durante esos años de formación nadie me preparó para interpretar informes de veterinaria que se utilizan para completar las fichas de los pacientes, en los que me encuentro con tratamientos y procedimientos de los que voy sacando mis propias conclusiones: diente de lobo, herrajes, cascos, extremidades anteriores o manos, patas NO, lavados vesicales, transfusiones, extracciones seminales, limados dentales, castraciones, planes nutricionales, desparasitaciones, cirugías sanguinolentas, ondas de choque, aine, fenilbutazona, flunixin, infiltraciones, palpaciones rectales… sin dejar de lado los temibles cólicos de «urgencias» en los que todo puede ocurrir.

Este sinfín de procedimientos son capaces de llevar a cabo los veterinarios. En mi opinión, unos valientes. Y todo esto para un licenciado en ADE que quiere a toda costa ser uno más del equipo es algo parecido a aprender un nuevo idioma, pero del extremo oriente…

Debo hacer mención también a que, cuando veo a mis compañeros dejarse la piel en cada caso, a cualquier hora del día y de la noche y trabajando en mitad del campo con un rigor digno de un buen hospital, te planteas si la sociedad es conocedora del esfuerzo que ponen en su labor diaria, deseando para ti la misma implicación que recibes de un médico cuando te atiende en su consulta.

Con todo y con eso, a pesar de la complejidad de la profesión, la dedicación y pasión que emplean en cada caballo me ha permitido aprender y poder algunas veces implicarme. Hay días en que me iría en persona a ayudarles… aunque he de reconocer que la jerga que emplean para hablar de ciertos casos, ni con traductor alcanzo a comprenderla.

Fuera de este mundo uno no se imagina lo que conlleva cuidar de este GRAN animal “doméstico» y del que espero poder algún día ser yo la propietaria… propietaria de un buen macho, entero, tordo y, a ser posible, español.

Ana Carmona