
Crecer solo suele ser un problema. Son muchas las cosas que las madres y los padres enseñan a los pequeños y que tendrán que aprender de otra forma si no están con ellos.
Aunque existen algunas especies que, extrañamente, son capaces de iniciar su vida de forma autónoma y que apenas llegan a ver a sus progenitores, la mayoría tiene, en mayor o menor grado, ciertas necesidades y dependencias que hacen de esos primeros días momentos cruciales para su desarrollo.
En este sentido, los caballos no son una excepción. Los potros recién nacidos requieren de la leche de la madre y del nutriente calostro que le proporciona en esos primeros días, pero, además, sus meses iniciales de vida serán muy importantes para su socialización y posterior comportamiento. Aunque queramos darle todo nuestro cariño, educarse con humanos no es la mejor opción, ya que adquirirá hábitos que serán negativos cuando sea adulto. Por tanto, necesitará de otro caballo que le enseñe a comportarse como tal y a mantener cierta distancia y respeto hacia los humanos.
Recientemente hemos tenido un caso similar con final feliz. La potra Amelia tuvo la mala suerte de quedarse huérfana a los pocos días de nacer. Sin embargo, va a tener la posibilidad de desarrollarse perfectamente. Gracias al Club Ecuestre Anclades, conseguimos la cesión de Lola, una experta pony de treinta años que está ejerciendo de abuela de adopción y que, como podéis ver en las imágenes está ayudando a su “nieta” Amelia a convertirse en una yegua sana y segura.